Los empujones, sacudones e incluso los golpes son normales, hasta cierto punto, cuando los niños pequeños se juntan. La mayoría de las veces no hay de qué preocuparse. Las lesiones son pocas, y las disputas se olvidan enseguida.
Enfrentar la situación también es un acto agresivo
Algunos niños pequeños y niños de edad preescolar participan repetidamente en peleas. Para ellos, la agresión se convierte en el enfoque principal para enfrentar prácticamente cualquier situación. No son bravucones. De hecho, en ocasiones buscan peleas sin sentido con niños que son mucho más grandes físicamente y que tienen mayor edad que ellos. Parece que los sistemas nerviosos en desarrollo de los niños pequeños y de los niños de edad preescolar no les permiten controlar sus impulsos tanto como otros niños. En el caso de otros niños, se trata más de una necesidad de aprender y practicar habilidades sociales.
Cuando la agresión funciona
En otros aspectos de sus vidas, la agresividad en ocasiones es recompensada. Un niño que se adelanta en la fila para ir al tobogán en el patio de juegos probablemente será el que más utilizará el tobogán. El niño que se porte mal probablemente será el que obtenga más atención del maestro. Desde el punto de vista de un niño, la diferencia entre ser asertivo y agresivo puede no ser muy clara.
Cómo detectar los indicios
La mejor manera de tratar con un niño que demuestra ser agresivo es evitar el comportamiento en primer lugar. La mayoría de estos niños muestran un patrón claro de comportamiento agresivo. Posiblemente sean agresivos solo en su casa o en público. Un niño tiende más a ser agresivo por las tardes, cuando está cansado, o cuando se siente frustrado. Parte de este patrón te ayudará a estar preparada para intervenir.
Además, la mayoría de los niños agresivos de esta edad atraviesan una secuencia consistente de comportamientos antes de dar un golpe o una patada. Algunos niños comienzan a apretar los dientes y mirar fijamente. Otros quizás se mueven hacia adelante y hacia atrás.
Cómo ayudar a tu niño
Una vez que hayas determinado los desencadenantes o momentos más comunes, puedes determinar los comportamientos, y lo más sencillo que puedes hacer es retirar al niño de ese entorno. Tener una mejor estructura también ayuda a estos niños. Las estructuras ofrecen predictibilidad, lo cual los ayuda a sentirse más tranquilos y bajo control. Aunque puede resultar tentador en el momento, darle una nalgada a un niño por su mal comportamiento no funciona. De hecho, es posible que empeore la situación, ya que tu ejemplo es el comportamiento que no deseas que él reproduzca.
Niñas frente a niños
Aunque los niños agresivos obtienen más atención, las niñas también pelean. Incluso, la agresión puede ser más verbal en esta etapa. También puede ser una agresión física, aunque menos obvia que los puñetazos y las patadas de los niños. Al igual que los niños, las niñas agresivas deben aprender a socializar mejor y a resolver problemas.
¿Podría ser depresión?
Por último, recuerda que la agresión es, en ocasiones, un indicio de depresión en los niños pequeños. Si tu hijo se muestra agresivo atípicamente y no responde a tus esfuerzos por lograr un cambio, habla con tu médico sobre lo que sucede. Cuanto antes actúes, más fácil será tanto para ti como para tu hijo.