¿Cómo estimular la inteligencia del bebé?

12 Jul, 2019 4:23 pm

Los padres son, en gran medida, responsables de la inteligencia del bebé. Los chicos inteligentes no caen del cielo… ni tampoco los niños emocionalmente equilibrados.

Hasta los tres años -como mínimo- el papel de los padres es fundamental y sólo se podría suplir con una guardería extraordinaria, con pocos chicos y personal altamente calificado. También los padres, como primeros maestros de sus hijos, deberían cumplir determinados requisitos. Si no es así, aunque resulte difícil decirlo, la guardería puede ser la mejor solución.

El primer requisito es el entusiasmo. No sirve para nada estimular a un chiquito mecánicamente, según las prescripciones de un libro, sin alegría y sin un compromiso personal. Por eso, algunos especialistas prefieren preparar primero a los padres, para que éstos transmitan después su saber a los hijos. Así trabaja, por ejemplo, la famosa escuela Suzuki, que enseña a niños de tres años a tocar el violín: primero aprenden las madres, ya que sólo el entusiasmo de éstas motiva a los pequeños a querer imitarlas.

Ya hemos destacado en muchas oportunidades la importancia de hablar con los chicos (incluso cuando aún no nos entienden), de hacer juegos con sus manos, leerles cuentos, enseñarles rimas…

Cantar y bailar con ellos -o jugar a la ronda- estimula a la vez varios de sus circuitos cerebrales (lenguaje, música, movimiento).

En cuanto a la motricidad, los pequeños suelen buscarse solos lo que necesitan, de tal forma que no estén todo el día encerrados en casa (y menos metidos en el corralito) y les ofrezcamos paseos, excursiones y buenas zonas de juego (sin advertirles constantemente “cuidado que te vas a caer”).

Y algo más, según la profesora Cristina Buchner autora de numerosas obras pedagógicas, ningún chico fracasará ni escolar ni socialmente, al comenzar la EGB (Escuela General Básica), si ya lleva consigo estos aprendizajes:

  • Sabe cantar y reproducir un ritmo batiendo palmas.
  • Imita correctamente alguna secuencia de un movimiento rítmico, como un baile.
  • Conoce de memoria ciertas rimas y poesías.
  • Determina con los ojos cerrados el significado y procedencia de distintos sonidos.
  • Habla claro y con buena pronunciación.
  • Sabe contar coherentemente una pequeña historia.
  • Pinta y dibuja con detalle y profusión de colores.
  • Se atiene a las reglas de los juegos en común (ya sean deportivos o de mesa).
  • En un ejercicio de relajación es capaz de aflojar los músculos y mantenerse quieto con los ojos cerrados.

No parece especialmente difícil que la amorosa y alegre dedicación de los padres durante los primeros años consiga que sus hijos desarrollen estas cualidades. ¡Inténtalo!

De todos modos también es importante que sepas que en el desarrollo del cerebro también juega un papel importante la genética. Aunque durante las fases sensibles se estimule al chiquito en un entorno óptimo, nunca aprenderá más de lo que sus genes le permitan. Sin que exista una predisposición genética, ningún estímulo será capaz de hacer surgir un genio. Pero tampoco ningún talento podrá desarrollarse si no se ve estimulado. No nos es posible influir sobre el material heredado, pero sí podemos hacer mucho por estimularlo. Lo mejor es ofrecerle a nuestro hijo la gama más amplia posible: él mismo elegirá aquello que le piden sus talentos innatos.

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