A partir del cuarto mes de vida, tu hijo comenzará a babear mucho más. A pesar de ser algo tan incómodo para él como para ti, no hay manera de evitarlo.
Un buen babero en su cuello y siempre algún pañuelo en tu mano serán los elementos que deberás usar durante unos cuantos meses.
ACTIVACIÓN DE LAS GLÁNDULAS SALIVALES
Estas glándulas no realizan ningún tipo de función en las primeras semanas de vida, por lo cual los recién nacidos suelen tener su boca seca. Pero cuando al niño se le comienza a administrar otra forma de alimentación o comienzan a aparecer los primeros dientes, la secreción de saliva se verá aumentada y como no sabe tragar su saliva al ritmo oportuno, aparece el babeo. La duración del período de babeo depende de la evolución de cada niño. A pesar de lo simple que para nosotros pueda parecer el acto de tragar saliva, requiere su tiempo llegar a hacerlo en forma inconciente.
COLITAS LASTIMADAS
La actividad cada vez más intensa de las glándulas salivales altera la acidez de la orina, y la hacen más concentrada, por lo que la piel del niño se ve resentida. Lo ideal es mantener su cola siempre seca, dejándola la mayor cantidad posible de tiempo al aire. No olvides que tu hijo no se babea porque quiere, no lo puede evitar, por lo tanto de nada vale rezongarlo.