En los primeros meses de vida, la presencia de los padres no es sustituible. Acariciar, tocar al bebé, sostenerlo contra uno y arrullarlo, son maneras excelentes de transmitirles sentimientos de amor y ternura.
En los primeros meses de vida, la presencia de los padres no es sustituible. Acariciar, tocar al bebé, sostenerlo contra uno y arrullarlo, son maneras excelentes de transmitirles sentimientos de amor y ternura.
Es muy reconfortante para el bebé sentir el olor de su mamá, el calor de su cuerpo, sentirse anidado y acogido por su papá. Todo esto es muy importante para su futuro desarrollo emocional.
Es muy común que el bebé llore por la simple necesidad de cariño y que se quede tranquilo y satisfecho cuando se sienta contenido de una forma firme y cariñosa.
La importancia de los masajes a recién nacidos como una forma de “lenguaje y comunicación inicial”, entre padres e hijos, repercutirá en una mejor relación paterno-materno-filial a lo largo de la vida del niño.
Preadolescente, adolescente y adulto!
Después de los primeros meses, es natural que la mamá quiera retomar sus actividades. De ahí en adelante, la calidad del contacto va a ser mucho más importante que la cantidad.
El adagio jesuita “Dame un niño antes de los siete años y será mío para toda la vida”, indica la importancia fundamental del periodo de la niñez y la primera infancia en la formación del individuo.
A los siete años un niño se ha desarrollado, en el aspecto funcional y conductual, hasta un grado que puede predeterminar todas las experiencias de su vida futura.
Después de nueve meses en que es suave y permanentemente arrullado dentro del útero materno, de repente el bebé se encuentra en un mundo totalmente extraño. Y es en la cuna que pretendemos verlo todo el día. De allí casi sólo deberá salir para mamar. Sin embargo, esa no es su única necesidad, por el contrario, los bebés sienten una gran falta de contención, de amparo y sobre todo, de sentirse tocados y arrullados, como en la vida intrauterina.
Los bebés disfrutan de su primera experiencia del tacto y del masaje cuando aún están en el vientre de la madre, al ser constantemente acariciados por el líquido amniótico caliente en el que están envueltos. El tacto es por tanto, el primer sentido que desarrollan.
Cuando el bebé, llega al mundo, está ya familiarizado con el tacto y sabe que es tranquilizador y reconfortante.
Los padres tienen aquí una oportunidad única para crear una relación muy especial con su bebé y desarrollar una paternidad activa. Pueden aprender con facilidad a practicar masajes al bebé e invertir tiempo en él, para así darle la bienvenida diciéndole, de una manera tan especial, que la vida es buena y el mundo, a pesar de ser desconocido, es algo en lo que se puede confiar.