Apenas las parejas se enteran que esperan hijos mellizos, a la gran alegría se suma una gran preocupación: cómo los atenderemos, estaremos capacitados para satisfacer sus demandas, alimentarlos, cambiarlos, acunarlos…
Pasado aproximadamente un mes, a veces antes, se logra un equilibrio, se reparten las tareas, a veces colabora una abuela o algún otro familiar o persona de confianza. Las cosas van tomando su ritmo.
Llega entonces el momento de ponerse a reflexionar sobre algunos aspectos únicos de estas personitas a las que estamos empezando a formar, más aún si se trata de gemelos: estos bebés no se encuentran casi nunca solos, así sea durante la comida, los paseos, el baño, cuando dice las primeras palabras, al elegir sus primeros juguetes. Siempre tiene a su lado un cómplice y un espectador. Este hecho es fundamental en el desarrollo y conducta de los mellizos. Imaginarse a uno mismo en esta situación nos hace suponer que seríamos diferentes si estuviéramos permanentemente acompañados de otra persona que nos observa, nos imita o nos orienta.
Es por eso que durante la primera infancia los mellizos comparten el mundo que les rodea, a tal punto que muchas veces se llama a uno de ellos y acuden los dos. A veces se inventan un solo nombre al que responden ambos, y se llaman entre ellos.
Otro fenómeno frecuente es que en lugar de referirse a sí mismos en singular, hablan de “nosotros”. Demoran más en adquirir el “yo” y muchas veces lo confunden con “tú”, a veces dicen “yo los dos”, para referirse a sí mismos. Los verdaderos gemelos se comportan durante algún tiempo como “nosotros” y no como los dos “yo” distintos.
Tambíen hay otro aspecto en el que surgen dificultades: en reconocer su propia imagen, especialmente los gemelos. Se ponen en un espejo, de a uno, y hasta una edad bastante avanzada reconocen a su hermano y no se dan cuenta que son ellos mismos. Con frecuencia no se indentifican en una foto en la que están ambos.
Generalmente los mellizos, crean su propio mundo, y hasta tienen un lenguaje secreto, que solo ellos entienden, conservando algunos términos hasta la edad adulta. Como ellos se entienden, se bastan a sí mismos, no precisan esforzarse por adquirir el lenguaje, y suelen empezar a hablar más tarde de lo habitual.
Al tener a su lado en todo momento a un compañero de juego y de conversación que lo comprende, el mellizo tiene mucho menos necesidad de contactarse con el mundo exterior, son retraídos incluso con los otros miembros de la familia y hasta con sus propios padres. Se convierten en tímidos y se unen cada vez más el uno al otro.
Si adoptan esta manera de vivir tan estrecha, los gemelos no se quejan de esta situación, recién al llegar a la pubertad procuran liberarse, lo cual es muy conveniente. Sienten la necesidad de ser “uno” y no siempre dos. Los padres tienen que ayudar a que esa separación se logre, favoreciendo el desarrollo de la personalidad de cada uno.
Las siguientes sugerencias están orientadas a facilitar esa separación: póngales nombres bien diferentes, llame a cada uno por su nombre y evite en lo posible nombrarlos como “los mellizos”.
- Procure vestirlos de manera diferente, en el caso de los gemelos ayudará a reconcerlos más fácilmente.
- Todo el ajuar debe ser aprontado de dos colores diferentes, simplificará las tareas.
- Lo antes posible hacerlos dormir en camas separadas y, si es posible, en habitaciones separadas.
- Cada uno deberá tener juguetes diferentes, y a cada uno se le adjudicará un lugar diferente para guardarlos.
- Procure disponer de momentos diferentes con cada uno de ellos, para que aprendean a comunicarse.
- Evite que la mamá atienda siempre a uno y el papá al otro, ambos tienen derecho a tener papá y mamá.
- No se esfuerce por darles a cada uno lo mismo, por el contrario, para el desarrollo de su identidad, es bueno habituarlos desde muy pequeños a tener objetos diferentes y un atención particular. Ellos ya naturalmente comparten todo.
Actuando de esta manera, ayudará a los gemelos a diferenciarse y adquirir poco a poco la autonomía que les permitirá luego separarse.
Alrededor de los tres años, previa explicación de lo que va a suceder, se aconseja separar a los mellizos por primera vez, es decir irse por tres días y dejar a cada uno en casa de una abuela o tía. Es fundamental prepararlos, que comprendan lo que va a suceder para que no les perjudique.