La definición más extendida de los cólicos del lactante los describe como episodios de llanto intenso y vigoroso al menos 3 horas al día, 3 días a la semana durante al menos tres semanas en un bebé sano y bien alimentado.
Los diversos estudios indican que entre un 20 % y un 40 % de los bebés de entre dos semanas y cuatro meses de vida, sufre de cólicos. Aparentemente sienten un gran dolor abdominal, por lo que pueden pasar horas llorando y es difícil encontrar la forma de calmarlos.
Los síntomas se dividen en dos tipos: principales y secundarios. Los síntomas principales que se pueden observar en un bebé que padece cólicos son: llanto que puede llegar a durar entre dos y tres horas, inquietud e irritabilidad. Posiblemente coloque sus piernas flexionadas sobre el abdomen para evitar o disminuir el dolor. Por otro lado, están los síntomas secundarios: puede tener gases abdominales y estreñimiento.
No está claro cuál es la causa de los mismos. Algunos sugieren que existen factores que generan una relación difícil entre los progenitores y el hijo, como una excesiva estimulación una respuesta exagerada y ansiosa de los padres ante cualquier malestar del bebé o cambios constantes en la rutina diaria. De esta manera podría explicarse la mayor ocurrencia en los primogénitos, ya que hay más inexperiencia y ansiedad familiar.
También podría existir una predisposición temperamental en algunos niños con umbral sensorial bajo. También se ha sugerido como un posible culpable la intolerancia a la leche de vaca, pero ahora los médicos creen que éste es rara vez el caso. Los bebés que son amamantados también tienen cólicos; en estos casos, los cambios en la dieta de la madre pueden ayudar a que los cólicos disminuyan. Algunas mujeres que están amamantando descubren que eliminar la cafeína de su dieta ayuda, mientras que otras observan mejoría cuando eliminan los lácteos, la soja, los huevos o los productos de trigo.