Una parte fundamental de la evolución de un recién nacido es la estimulación. Esto ayuda a su desarrollo creativo y cognitivo ofreciendo una gran cantidad de beneficios. Además de hacerle un niño más despierto la estimulación temprana le ayudará a aumentar su autoestima, su personalidad y su capacidad para solucionar situaciones relevantes.
Aunque cada bebé lleva su ritmo de desarrollo existe una pauta que se va cumpliendo en todos los niños pero sobre todo y según afirman los expertos, hay que dedicarles tiempo, disfrutarlo y confiar en sus capacidades de desarrollo desde el primer día ya que los bebés nos entienden está en nuestras manos cubrir sus necesidades de aprendizaje.
La estimulación se trabaja en varios aspectos como: la cognición, el lenguaje, la creatividad, la motricidad y la inteligencia socioemocional. Por ello, según su edad, los niños van desarrollando una u otra capacidad y por tanto, debemos estar ahí para ayudarles y estimularlos. “Con un buen programa de estimulación conseguimos potenciar al máximo las capacidades del bebé. Además compartimos tiempo y objetivos que potencian el vínculo afectivo. Como resultado final el bebé se convertirá en una persona completa, dotada de grandes habilidades que le facilitarán la vida para ser feliz”, según afirma Carmen Romero, psicóloga infantil especializada en estimulación temprana y experta del curso “Estimulación temprana para bebés” diseñado junto a Samastah. Si existe una forma infalible de estimular a los bebés esa es a través de los juegos infantiles. “Cualquier juego que cumpla unas reglas de oro es válido para potenciar el desarrollo. En primer lugar, debemos tener en cuenta el ritmo del niño y su estado de ánimo. No siempre es un buen momento para jugar con él. Debemos preguntarle y respetarlo. Las actividades de estimulación siempre deben ser positivas y llevadas con alegría y entusiasmo. Debemos tener en cuenta que hay una intención de transmitir ya sea a nivel intelectual como físico y por eso debemos marcar unos objetivos que se irán ampliando con el tiempo. La constancia es la clave para conseguir unos buenos resultados. Y el método elegido es crucial”, añade.
¡Con los 5 sentidos!
Por su parte, el sentido del odio crea recuerdos en el área del lenguaje de la corteza cerebral. Y es que “los bebés son capaces de distinguir la voz de sus padres desde que están en el útero materno”, afirma la doctora Ares. El olfato se convierte en otra pieza clave para la estimulación del bebé y es que son capaces de recordar un olor desde los primeros días de su nacimiento. Una fragancia relajante será eficaz para conseguir este mismo efecto en los pequeños. Y el gusto también será importante y es algo que sobre todo desarrollan “los bebés que son alimentados por lactancia materna ya que según la dieta de la madre, el sabor de la leche será distinto – ya que si toman leche de fórmula siempre es el mismo”, explica la doctora.
El ritual del baño
El ritual del baño por tanto se convierte en uno de los momentos más importantes tanto para el bebé como para los padres. Lassituaciones cotidianas pueden resultar de los más enriquecedoras para los pequeños, por ejemplo el ritual del baño y el posterior masaje son imprescindibles para que el bebé tenga un momento de calma y relax (y los papás también) durante el día. Las experiencias multisensoriales que se crean son: el suave contacto de las manos proporciona un contacto piel con piel necesario, como decíamos antes, permite un contacto visual directo con el bebé y es el momento de controlar que todo está bien (respecto a posibles manchitas, eccemas…), también es una oportunidad ideal para introducir nuevos sonidos como el agua salpicando, las voces de los papás… y de que descubran nuevos olores y podrán jugar con sus juguetitos especiales para el agua. ¡Todo son ventajas!
De 0 a 6 meses
Entorno a su primer mes de vida, el bebé ya podrá fijar la vista durante unos instantes en rostros u objetos situados a unos 30 centímetros de distancia. Para motivarle, lo idóneo es enseñarle imágenes, sonajeros o libros adaptados a su edad.
Al finalizar su tercer mes, el bebé deseará conocer el mundo y, para ello, comenzará a llevarse todo a la boca. Es el momento de que sostenga ciertos objetos con las manos y que los muerda. Además, en esta edad, es bueno que jueguen con sonajeros que emitan algún sonido o que sean de un material blandito para que los pueda chupar.
Durante el siguiente trimestre, hasta llegar a los seis meses, las manos del bebé irán agilizándose, aumentará su capacidad visual, comenzará a vocalizar. “Cuanto antes empecemos, mejores resultados y menos esfuerzo para alcanzarlos.
De o a 6 años es el mejor momento para ayudar al niño a desarrollar sus capacidades al máximo. Siendo de 0 a 3 años la etapa de mayor crecimiento neuronal y por tanto la de máxima importancia en la estimulación”, dice la experta.
De 6 a 12 meses
Al término del sexto mes, el bebé podrá mantenerse sentado apoyado entre cojines, empezará a parlotear y cogerá solo la cuchara.Comienza entonces su independencia.
A los 9 meses aparecen los primeros dientes por lo que el bebé descubrirá la sensación de morder. Además, aprenderá a girarse, comenzarán a llamarle la atención los sonidos y la música e incluso, ya será capaz de elegir sus juguetes. De hecho, es en esta etapa cuando el niño suele desarrollar un afecto particular hacia un peluche o juguete.
De los 9 a los 12 meses, el bebé evolucionará de manera exponencial. Comenzará a gatear hacia delante, a perfeccionar el lenguaje hablado e intentará ponerse de pie apoyado en algún sitio. Asimismo, comprenderá conceptos como “dentro” y “fuera” y querrá jugar a meter y sacar cosas. Además, será capaz de devolver la pelota cuando alguien juegue con él y aprenderá a despedirse. “Los primeros meses, cuando el bebé tiene poca movilidad, son una gran herramienta para transmitir cariño y al mismo tiempo activar las distintas partes del cuerpo que el pequeño irá descubriendo gracias a nuestras intervenciones”, añade la experta, Carmen Romero.
De 13 a 18 meses
A partir de los 13 meses el bebé podrá levantarse, caminar, detenerse, ponerse de rodillas… Estas posibilidades harán que al niño le guste cada vez más ir por su cuenta por lo que se revelará con frecuencia. En este momento, hay que marcarle unos límites claros.
Durante estos meses, el niño también comenzará a empujar objetos: sillas, mesas pequeñas… Lo recomendable es fomentar este ejercicio ya que le ayudará a desarrollar el tono muscular.
En esta etapa, gracias al control de la motricidad fina, el niño ya podrá coger el lápiz y realizar sus primeros trazos. Además, será capaz de identificar y recordar las ilustraciones de los libros. De hecho, si le enseñas a nombrar los personajes de los cuentos, sobre todo de animales, los empezará a nombrar y los reconocerá.
De 18 a 24 meses
Al niño le gustará probar sus capacidades motrices como bailar, saltar sobre ambos pies, hacer giros y jugar al balón. Estos adelantos en la coordinación motriz le llevarán a tener además una mayor destreza manual. Es el momento de comenzar a abrir y cerrar puertas, de empezar a vestirse él solito y de pasar las páginas de los libros.
En este periodo, el niño podrá comenzar a desarrollar la motricidad fina con actividades como puzles de formas grandes y sencillas así como juegos de armar o de pequeñas construcciones. Además, podrá experimentar con sus propios garabatos y manipular plastilina (siempre con la supervisión de un adulto).
Asimismo, el niño tendrá más desarrollada su faceta intelectual ya que será capaz de identificar y nombrar las partes de su cuerpo, sus juguetes cotidianos, los objetos familiares y los personajes de sus cuentos. Cabe destacar que, generalmente en esta edad, los niños e comportan de forma diferente en casa y en la guardería. Es normal, aún no sabe cómo jugar con otros niños, no sabe compartir… Es la época del “mío”. “Los padres deben dedicar tiempo a sus hijos, escucharlos y responderles de la forma más sincera y detallada posible todas sus dudas. Por otro lado debemos impulsar a que los niños se muevan libremente, en cada etapa hay que potenciar el movimiento al máximo, arrastre, gateo, caminar, correr, etc,… y siempre que sea posible, dejar de lado las hamacas, tronas, andadores, parques, carritos, etc”, añade la experta.
Los padres deben dedicar tiempo a sus hijos, escucharlos y responderles de la forma más sincera y detallada posible todas sus dudas.
De 2 a 3 años
En esta edad, los niños aprenden a subir y bajar cremalleras y comprenden el uso los botones. También son capaces de ponerse los zapatos, eso sí, sin cordones. Y es que su nivel de comprensión es tan elevado que pueden conocer el significado de las imágenes de los cuentos, reconocer y nombrar colores, y aprender y conocer las canciones infantiles que más les gustan. ¡Incluso son capaces de contar hasta 10!
Durante este año, siguen perfeccionando sus trazos y la pintura les ayuda en el desarrollo de sus habilidades manuales y en su coordinación visual-motriz. Por último, en esta etapa del desarrollo cognitivo, el niño aprende a controlar los esfínteres, por lo que avisan a la madre siempre que tengan la necesidad de ir al lavabo.
“Existen múltiples técnicas pero hay tres puntos comunes que son el secreto del éxito: tiempo, constancia y sobretodo entusiasmo”, añade el experto.
Tomado de: Enfemenino.com