Sin duda los padres estamos casi tan temerosos como los niños en los primeros días del jardín. Y somos nosotros quienes a veces sin darnos cuenta transmitimos la ansiedad. ¿Le gustará? ¿Se adaptará? ¿Qué relación tendrá con las maestras? ¿Y con los otros niños?
Este temor es aún mayor si nuestro bebé no sabe hablar, ya que no podrá contarnos lo que hizo, simplemente debemos confiar en lo que nos dicen las maestras… y nuestro instinto maternal. ¿Por qué nuestro instinto? Porque tú te darás cuenta si sale contento y si tiene ganas de ir.
Pero obviamente esto no ocurrirá de un día para otro. Es probable que aún durante varias semanas él llore en el momento que tú lo dejas. Cuando regrese a casa, puedes hacerle preguntas sencillas ¿Te divertiste? ¿Jugaste con otros niños? ¿Te dieron la merienda? Aunque sea con sus gestos, te darás cuenta si éstas preguntas le traen o no buenos recuerdos.
También es importante mantener una relación estrecha con la maestra. Ella pasa varias horas al día con tu hijo, y podrá contarte cómo lo ve y como se comporta.
Si notas algún comportamiento extraño en tu hijo, algo que él no hacía anteriormente, debes hacérselo saber: por ejemplo si comienza a chuparse el dedo, comer o dormir mal, etc.
También puede ser interesante que conozcas a otras madres e intercambies opiniones y experiencias.
Si en el jardín no lo programan, también puedes solicitar la realización de alguna clase abierta. Si bien los chicos no se comportan igual cuando están los adultos, por lo menos podrás conocer más de cerca qué actividades realizan y si se siente integrado al lugar.